La comandancia cristiana estaba a cargo de Don Pelayo, héroe asturiano por excelencia, mientras que las tropas andalusíes o musulmanas estaban comandadas por el bereber Munuza, quien gobernaba el norte de la Península desde Gijón.
¿Cuál fue el motivo de la rebelión encabezada por Pelayo contra los musulmanes? El motivo no es nuevo, pues es algo que conocemos muy bien (y también sufrimos) hoy en día. Los impuestos. La indignación sufrida por los cristianos (o ḏimmíes) por pagar los impuestos ŷizya y jarāŷ (capitalización y territorialidad) a los musulmanes, fomentó que los cristianos se organizaran en resistencia contra el avance árabe. Al negarse a pagar los impuestos, muchos de ellos fueron castigados por las tropas árabes locales, y esto provocó la respuesta de los cristianos para tomar las armas, recuperar y defender los territorios andalusíes del Norte. Munuza tuvo que solicitar efectivos militares a Córdoba para paliar la situación.
¿Realidad o mito? La batalla aconteció en el año 720 (o 722, según la fuente consultada), y aunque no hay acuerdo en la cantidad de combatientes, según fuentes cristianas los atacantes musulmanes fueron, entre las propias fuerzas de Munuza y las del ejército de al-Qama (una fuerza expedicionaria de élite sarracena), un contingente de aproximadamente unos 187.000 efectivos militares, cifra negada por la mayoría de historiadores debido a la imposibilidad de reunir un ejército tan grande, teniendo en cuenta la cantidad demográfica de la población andalusí de aquella época. Lo más sorprendente, es que según fuentes musulmanas, los defensores cristianos eran poco más de 300 hombres. Por tanto ¿Cómo es posible que un ejército de 300 hombres se enfrentara contra 187.000 sin constituir esto un acto de suicidio?
La historiografía actual ha determinado que Pelayo y sus hombres, se situaron estratégicamente en una cueva situada en lo alto del monte Auseva de los Picos de Europa, esperando a que las tropas musulmanas pasaran por debajo de ellos, a través del valle de Cangas (de Onís). De este modo, habrían atacado a los musulmanes desde arriba, ya fuera con flechas u otras armas arrojadizas, diezmando las tropas musulmanas y obligándolas a retirarse. En la huida, parece ser que Munuza murió al intentar escapar de Gijón. Aún así, parece poco creíble que un ejército de 300 hombres derrotara a 187.000 soldados.
La historia oficial cristiana de la época, atribuyó la victoria a algo mucho más legendario: Por intercesión de la propia Virgen María, las piedras de la ladera de la montaña se desprendieron, de modo que la avalancha de rocas aplastó a los atacantes musulmanes que pasaban por el valle,propiciando así la victoria de los cristianos. Por ello, la historia y la leyenda, se mezclan muchas veces hasta confundirse con la realidad. ¿Acaso esto es más real que la versión dada por la historiografía oficial?
Por ser esta la primera victoria de los cristianos frente a los musulmanes andalusíes, comenzó la reconquista cristiana desde los territorios del Norte, recuperando los territorios al Sur durante casi 800 años de Historia. También, debido a la leyenda, se consideró la cueva de esa montaña un santuario sagrado, dónde se situó una figura de la Virgen de Covadonga, reverenciada hasta nuestros días por muchos peregrinos que viajan a dicha localidad para visitarla.
Independientemente de si es un mito o una realidad, lo cierto es que la reconquista comenzó desde el Norte, y es por ello que en Asturias es común el dicho «Asturias es España y lo demás tierra conquistada».
Muestro a continuación las dos versiones de la batalla, musulmana y cristiana:
De la Crónica de al-Maqqarī:
Dice Isa Ibn Ahmand al-Raqi que en tiempos de Anbasa Ibn Suhaim al-Qalbi, se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo]. Desde entonces empezaron los cristianos en al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. Los islámicos, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta que llegara Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugia el rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?». En el año 133 murió Pelayo y reinó su hijo Fáfila. El reino de Belay duró diecinueve años, y el de su hijo, dos.
De la Crónica de Albelda, perteneciente a las crónicas de Alfonso III:
Alqama entró en Asturias con 187.000 hombres. Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva y que el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de una cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?». El interpelado se asomó a una ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos». Pelayo respondió entonces: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?». El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito». [...] Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos [...]. Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga...
Analizando ambas crónicas, encontramos datos interesantes, como que los musulmanes consideraran a Pelayo como un "asno" y llamasen a los cristianos "politeístas", supongo que por el hecho de la creencia en el dogma de la Trinidad o por adorar (o mejor dicho, venerar) a la Virgen María. Quien escribe estas líneas, considera inadecuados estos insultos, entre otras cosas porque los musulmanes también creemos en el milagro de la Virgen María, tanto por la Virginidad como por ser madre del Mesías. Y de hecho, los musulmanes reverenciamos a María como una de las mujeres más santas del Islam, junto con ʿĀʾiša y Fātima, entre otras. Por otro lado, en la crónica cristiana podemos ver el miticismo providencial propio del fervor religioso, o la denominación "caldea" e "ismaelita" de los musulmanes, por venir de Oriente y proceder de Ismael, uno de los hijos de Abraham, patriarca procedente de Ur de Caldea en la antigua Mesopotamia, actualmente Iraq. Más propio habría sido denominarles "africanos", pues los conquistadores andalusíes provenían del Norte de África. Y como dato curioso, la figura del obispo traidor, Don Oppas, recaudando impuestos y tratando de convencer a Pelayo para aceptar el pacto con los musulmanes (Con razón el gran escritor George Orwell estereotipó a la Iglesia de su época como un cuervo negro en su libro Rebelión en la granja de 1945).
Para finalizar, admito que la fuente utilizada para elaborar este artículo ha sido la wikipedia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Covadonga
Aunque también me he basado en un extracto de un vídeo-documental encontrado en Youtube, basado en la obra La revolución islámica en occidente (1974) del paleontólogo e historiador Ignacio Olagüe, polemizador donde los haya, que a juicio de quién escribe estas líneas, las furibundas críticas contra su persona se han debido, más que a su versión de la Historia, a sus ideas políticas.
El vídeo completo puede encontrarse aquí: