miércoles, 20 de marzo de 2013

La Batalla de Covadonga

Como se vio en el artículo anterior, una de las batallas más importantes (y legendarias) que marcó el inicio de la reconquista cristiana fue la batalla de Covadonga.

La comandancia cristiana estaba a cargo de Don Pelayo, héroe asturiano por excelencia, mientras que las tropas andalusíes o musulmanas estaban comandadas por el bereber Munuza, quien gobernaba el norte de la Península desde Gijón.


¿Cuál fue el motivo de la rebelión encabezada por Pelayo contra los musulmanes? El motivo no es nuevo, pues es algo que conocemos muy bien (y también sufrimos) hoy en día. Los impuestos. La indignación sufrida por los cristianos (o ḏimmíes) por pagar los impuestos ŷizya y jarāŷ (capitalización y territorialidad) a los musulmanes, fomentó que los cristianos se organizaran en resistencia contra el avance árabe. Al negarse a pagar los impuestos, muchos de ellos fueron castigados por las tropas árabes locales, y esto provocó la respuesta de los cristianos para tomar las armas, recuperar y defender los territorios andalusíes del Norte. Munuza tuvo que solicitar efectivos militares a Córdoba para paliar la situación.


¿Realidad o mito? La batalla aconteció en el año 720 (o 722, según la fuente consultada), y aunque no hay acuerdo en la cantidad de combatientes, según fuentes cristianas los atacantes musulmanes fueron, entre las propias fuerzas de Munuza y las del ejército de al-Qama (
una fuerza expedicionaria de élite sarracena), un contingente de aproximadamente unos 187.000 efectivos militares, cifra negada por la mayoría de historiadores debido a la imposibilidad de reunir un ejército tan grande, teniendo en cuenta la cantidad demográfica de la población andalusí de aquella época. Lo más sorprendente, es que según fuentes musulmanas, los defensores cristianos eran poco más de 300 hombres. Por tanto ¿Cómo es posible que un ejército de 300 hombres se enfrentara contra 187.000 sin constituir esto un acto de suicidio?

La historiografía actual ha determinado que Pelayo y sus hombres, se situaron estratégicamente en una cueva situada en lo alto del monte Auseva de los Picos de Europa, esperando a que las tropas musulmanas pasaran por debajo de ellos, a través del valle de Cangas (de Onís). De este modo, habrían atacado a los musulmanes desde arriba, ya fuera con flechas u otras armas arrojadizas, diezmando las tropas musulmanas y obligándolas a retirarse. En la huida, parece ser que Munuza murió al intentar escapar de Gijón. Aún así, parece poco creíble que un ejército de 300 hombres derrotara a 187.000 soldados.


La historia oficial cristiana de la época, atribuyó la victoria a algo mucho más legendario: Por intercesión de la propia Virgen María, las piedras de la ladera de la montaña se desprendieron, de modo que la avalancha de rocas aplastó a los atacantes musulmanes que pasaban por el valle,propiciando así la victoria de los cristianos. Por ello, la historia y la leyenda, se mezclan muchas veces hasta confundirse con la realidad. ¿Acaso esto es más real que la versión dada por la historiografía oficial?


Por ser esta la primera victoria de los cristianos frente a los musulmanes andalusíes, comenzó la reconquista cristiana desde los territorios del Norte, recuperando los territorios al Sur durante casi 800 años de Historia. También, debido a la leyenda, se consideró la cueva de esa montaña un santuario sagrado, dónde se situó una figura de la Virgen de Covadonga, reverenciada hasta nuestros días por muchos peregrinos que viajan a dicha localidad para visitarla.




Independientemente de si es un mito o una realidad, lo cierto es que la reconquista comenzó desde el Norte, y es por ello que en Asturias es común el dicho «Asturias es España y lo demás tierra conquistada».


Muestro a continuación las dos versiones de la batalla, musulmana y cristiana:

De la Crónica de al-Maqqarī:

Dice Isa Ibn Ahmand al-Raqi que en tiempos de Anbasa Ibn Suhaim al-Qalbi, se levantó en tierras de Galicia un asno salvaje llamado Belay [Pelayo]. Desde entonces empezaron los cristianos en al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. Los islámicos, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta que llegara Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugia el rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían que comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?». En el año 133 murió Pelayo y reinó su hijo Fáfila. El reino de Belay duró diecinueve años, y el de su hijo, dos.

De la Crónica de Albelda, perteneciente a las crónicas de Alfonso III:

Alqama entró en Asturias con 187.000 hombres. Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva y que el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de una cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?». El interpelado se asomó a una ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos». Pelayo respondió entonces: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?». El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito». [...] Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos [...]. Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga...

Analizando ambas crónicas, encontramos datos interesantes, como que los musulmanes consideraran a Pelayo como un "asno" y llamasen a los cristianos "politeístas", supongo que por el hecho de la creencia en el dogma de la Trinidad o por adorar (o mejor dicho, venerar) a la Virgen María. Quien escribe estas líneas, considera inadecuados estos insultos, entre otras cosas porque los musulmanes también creemos en el milagro de la Virgen María, tanto por la Virginidad como por ser madre del Mesías. Y de hecho, los musulmanes reverenciamos a María como una de las mujeres más santas del Islam, junto con ʿĀʾiša y Fātima, entre otras. Por otro lado, en la crónica cristiana podemos ver el miticismo providencial propio del fervor religioso, o la denominación "caldea" e "ismaelita" de los musulmanes, por venir de Oriente y proceder de Ismael, uno de los hijos de Abraham, patriarca procedente de Ur de Caldea en la antigua Mesopotamia, actualmente Iraq. Más propio habría sido denominarles "africanos", pues los conquistadores andalusíes provenían del Norte de África. Y como dato curioso, la figura del obispo traidor, Don Oppas, recaudando impuestos y tratando de convencer a Pelayo para aceptar el pacto con los musulmanes (Con razón el gran escritor George Orwell estereotipó a la Iglesia de su época como un cuervo negro en su libro Rebelión en la granja de 1945).


Para finalizar, admito que la fuente utilizada para elaborar este artículo ha sido la wikipedia.


http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Covadonga


Aunque también me he basado en un extracto de un vídeo-documental encontrado en Youtube, basado en la obra La revolución islámica en occidente (1974) del paleontólogo e historiador Ignacio Olagüe, polemizador donde los haya, que a juicio de quién escribe estas líneas, las furibundas críticas contra su persona se han debido, más que a su versión de la Historia, a sus ideas políticas.





El vídeo completo puede encontrarse aquí:






Historia cronológica-militar de al-Andalus

En el presente artículo, trataremos un resumen histórico de las batallas que se produjeron en la Península Ibérica desde la entrada de los musulmanes en el año 711, hasta la rendición de los mismos en 1492 tras finalizar la reconquista cristiana.

En el año 711, aprovechando la fragmentación de Hispania (llamada así entonces) en pequeños reinos visigodos, entra Ṭāriq Benzema ibn Ziyād al-Layti (A quién debe su nombre el peñón de Gibraltar, Ŷabal Ṭāriq o "la montaña de Ṭāriq) desde el norte de África, los musulmanes conquistan pequeños emplazamientos y durante cuatro años realizan expediciones para reconocer el terreno. Después comienzan a conquistar varios territorios hasta el año 725, que abarcan casi la totalidad de la península, excepto algunas zonas del Norte como Asturias o los territorios situados a las faldas de los Pirineos.Es de destacada importancia la batalla de Covadonga que acaeció en el 720 (o 722 según fuentes). La batalla de Poitiers en el 732, donde los musulmanes fueron derrotados, marcaría el límite territorial hasta donde los musulmanes llegaron a conquistar. Podemos considerar que fue una conquista "relámpago" teniendo en cuenta la rapidez y la época en que se dio.



Territorio en amarillo, conquista de los musulmanes

En respuesta a esta invasión, y aprovechando las sequías que azotaron la península durante aquella época, comenzó también la reconquista cristiana, organizada por Don Pelayo desde Asturias. Contó con el apoyo de otros monarcas cristianos de diversas regiones como Carlomagno.


Reino de Asturias (en morado) y Reino de Aragón (en rojo oscuro), conquistado por Don Pelayo con ayuda de otros reyes cristianos tras la batalla de Covadonga. Aragón se mantuvo independiente. Por su parte, Carlomagno conquistó los Condados Catalanes (en verde) y la Marca Hispánica (en rojo claro).

En el siglo X, en el al-Andalus musulmán, ʿAbd al-Raḥmān III se autoproclamó califa, cambiando el modelo de gobierno anterior del emirato. Ordena ampliar la mezquita de Córdoba y construir la ciudad palaciega de Medina Azahara (Madīnat al-Zahrāʾ). Por parte de los cristianos, Asturias se convierte en el reino de León, siendo Ramiro II el monarca más poderoso de esta época, tras derrotar a los musulmanes en el 939, en Simancas, pero poco después, los cristianos se ven obligados a retroceder después de que el califa Almanzor asumiera el poder.


En el siglo XI, al-Andalus, y en especial el califato de Córdoba, se desintegró en los reinos de taifas. Del mismo modo, los antiguos reinos cristianos también se dividieron en reinos más pequeños.


situación en el siglo XI

Esta división por parte de los musulmanes, por ser mayor que la de los cristianos, que aunque también se habían dividido contaban con una mejor organización, propiciaron el avance de los cristianos para recuperar varios territorios en incursiones desde León, Castilla y Aragón.


Aunque no cambia el color de los territorios, las flechas en rojo representan las zonas en disputa que tomaron los cristianos, donde el poder no era ostentado totalmente ni por unos ni por otros.

Los musulmanes se vieron obligados a pedir ayuda a la dinastía almorávide, que logran frenar la expansión cristiana en Sagrajas


Los almorávides lograron mantener el poder en al-Andalus durante aproximadamente 100 años más, pero su poder acabó debilitándose y los cristianos aprovecharon esta situación para continuar su avance.


Los aragoneses aprovecharon para conquistar los terrenos hasta el valle del Ebro, los castellanos hasta el río Tajo, y los portugueses por su parte avanzaron hasta tomar Lisboa.

Esta situación motivó la entrada de otro pueblo musulmán proveniente de África, los almohades, que sustituyen en el gobierno de al-Andalus a los almorávides. En 1195 se produce una batalla clave en Alarcos, entre el rey castellano Alfonso VIII contra tropas andalusíes de varios orígenes, destacando las tropas de Almanzor en la retaguardia. Dicha batalla desembocará en una derrota para los cristianos, debido a una inteligente táctica por parte de los musulmanes. 


Como consecuencia de esta batalla, las fronteras volvieron hasta las orillas del Tajo, y forman un frente homogéneo desde Portugal a Cataluña, a lo largo de los ríos Tajo, Guadiana y Ebro, fortaleciendo militarmente las zonas limítrofes con reinos cristianos y desguarneciendo las zonas del interior.


Las zonas en verde-rojo oscuro representan las zonas tomadas por las avanzadillas cristianas. Eran zonas aún en disputa, en la que el poder no era ejercido totalmente ni por unos ni por otros, pero si había una predominancia del gobierno cristiano en ellas.

Por tanto, teniendo en cuenta los avances cristianos representados por las flechas en rojo de las anteriores imágenes, las fronteras quedaron como se muestra en el siguiente gráfico:


En 1211, el castillo de Salvatierra cae bajo el poder de los musulmanes, amenazando la ciudad cristiana de Toledo. El Rey Alfonso VIII, preocupado por esta situación, solicitó ayuda al resto de reinos cristianos y al Papa Inocencio III, que dio a la lucha el carácter de cruzada, llegando a Toledo cruzados de Aragón y del Resto de Europa. Por el contrario, León y Navarra rehusaron unirse a esta lucha.


El 19 de junio de 1212, tras diversas escaramuzas en los asentamientos que se muestran a continuación, produciéndose la batalla de las Navas de Tolosa en Mesa del Rey. Esta vez la batalla fue ganada por los cristianos, que aprovechando la experiencia de la batalla anterior, indujeron a los musulmanes a cometer un error táctico que desembocaría en la derrota de los mismos.


Tras esta batalla, Jaime I de Aragón conquistó Mallorca, Ibiza y el Reino de Valencia. Fernando III de Castilla conquistó la baja Extremadura, Sevilla, Jaén, Córdoba y Murcia. Sancho IV conquistó Tarifa. Portugal completó la conquista del Algarve hacia 1250.


Tras estas conquistas cristianas, al-Andalus se vio reducido practicamente al Reino de Granada únicamente, quedando la distribución del territorio como en la imagen mostrada a continuación:


La zona en morado representa el Reino de Granada, último reducto de al-Andalus en aquella época. Caído el poder almohade, la denominación de este reino fue nazarí, y fue fundado en 1238. Por otra parte, los reinos cristianos se configuraron en distintos reinos con distintos intereses.

Para el Reino de Castilla, uno de sus objetivos principales fue la toma de Granada. En 1340, la batalla del Salado fue un primer revés para el reino granadino. Finalmente, tras la alianza matrimonial entre Fernando  e Isabel los Católicos, (unión que simbolizaba la alianza entre los reinos de Castilla y Aragón) propició la toma definitiva de Granada (tras varios hostigamientos por tierra y mar que produjeron el asedio y aislamiento de la capital granadina) por los cristianos y el fin de al-Andalus, en 1492.


Tras la caída de Granada, se le concedió a Boabdil, antiguo rey de Granada, el dominio de las Alpujarras. Aunque no por mucho tiempo, pues un año después tuvo que emigrar a África. Pese a ello, la historia de los musulmanes en España, no termina aquí. Tanto por el gran legado cultural que nos dejó la civilización islámica como por la diversa historiografía que existe sobre moriscos y mudéjares en los reinos cristianos de la España post-andalusí, podemos decir que la historia de al-Andalus sigue aún viva en la sangre de los españoles.

A modo de conclusión hipotética: ¿Será posible que la fama de no lavarse de Isabel la Católica, se deba a que, como mujer santa que era según la leyenda, no veía la obligación de hacer la ablución antes de hacer cada oración puesto que ya estaba purificada por no haber cometido pecado alguno? Independientemente de esta humilde hipótesis, es evidente que la huella cultural, tradicional y religiosa que dejaron los musulmanes en España, es mucho mayor de lo que muchos pensamos.


Todos los datos de este artículo han sido extraídos y resumidos del presente vídeo, que puede visualizarse desde la siguiente dirección:

martes, 5 de marzo de 2013

Noticia relacionada con el Islam en Rusia

Aunque el siguiente artículo no tiene nada que ver con la cultura andalusí (y tampoco espero que se tenga en cuenta como artículo relacionado con dicha temática), me he visto "tentado" de dar voz a esta noticia que leí hace varios meses por lo llamativo de su naturaleza.


Interesante, ¿no?.


domingo, 3 de marzo de 2013

Los Banū Ḥaŷŷāŷ

Los Banū Ḥaŷŷāŷ fueron una prestigiosa familia andalusí de ascendencia real visigoda. Sus orígenes en la Península Ibérica bien podrían remontarse desde el siglo II. En lo que nos atañe a nosotros, que es la historia de al-Andalus, nos centraremos en los descendientes de del rey visigodo Witiza, que posteriormente se les denominaría Banū Ḥaŷŷāŷ.

Tras la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica en el año 711 A.D., se produjeron pactos entre los musulmanes y los reinos visigodos. El rey visigodo Alamundo, uno de los tres hijos del Witiza, habría pactado con los musulmanes para obtener el control de la zona occidental del Guadalquivir. Tras morir, su hermano Artobas, que reinaba en Córdoba, habría arrebatado a sus sobrinos su herencia paterna. La hermana de Artobas, Sara la Goda, acudió con algunos de sus familiares a Damasco para denunciar la esta situación al califa Hišām ben ʿAbd al-Malik. Durante su estancia en Damasco, Sara tomó como marido a ʿĪsà ben Muzāḥim. También conoció a ʿAbd ar-Raḥman I, que posteriormente sería emir independiente, loque permitió a Sara y sus familiares gozar del favor de la Corte. Desde entonces, Sara sería conocida en árabe como Sara al-Qūṭiyya, que no es más que la transcripción al árabe del gentilicio "goda".


De este matrimonio, nacerían dos hijos, de uno de los cuales descendía el historiador andalusí ibn al-Qūṭiyya. Tras la muerte de Hišām ben ʿAbd al-Malik, Sara se casó con el sirio ʿUmayr ben aʿīd al-Lajmī, y esta nueva unión nació abīb ben ʿUmayr, y de los hijos de este nacieron dos importantes familias sevillanas, los Banū Maslama y los Banū Ḥaŷŷāŷ, de origen árabe-yemení. Fueron grandes terratenientes durante el emirato de Sevilla, teniendo bastante independecia entre los años 888 y 912, gracias a los pactos que hicieron con ʿUmar ben Ḥafūn. Por desgracia, en el año 915, ʿAbd ar-Raḥman III los sometió y los despojó de sus tierras y posesiones, sometiéndolos al Islam.

Gracias al testimonio de ibn al-Qūṭiyya, el nieto de Sara, hemos podido reconstruir buena parte de la Historia del al-Andalus. Como historiador, dejó muchos textos bastante más objetivos que las fuentes islámicas (redactadas por los ʿulamā') de las épocas sobre la conquista de la Península, que han sido utilizados tanto por cristianos como por musulmanes posteriormente. En su visión de la historia, ibn al-Qūṭiyya dio mucha más importancia a los pactos establecidos entre los cristianos y los musulmanes recién llegados a la península, que a elogiar las proezas militares de estos últimos como solían hacer los Omeyas en su interés de ejercer un mayor control sobre los territorios ocupados, lo que hace que su versión de la historia difiera de la de otros como el historiador ar-Rāzī, causando esto un gran rompecabezas para los actuales historiadores de al-Andalus.